FELIZ 2017

Hace casi un año, cuando la candidatura de Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos de América pasó de ser un chiste a una posibilidad más que seria, me dio por reflejar mis temores al respecto en un desvarío que titulé “La Trampa de Trump”.

Mi inquietud aumentó cuando, una vez elegido, se trocó de encantador de serpientes  en director de circo y empezó a elegir para su gobierno a lo mejor de cada casa.

Nadie puede estar tranquilo viendo como el muy lumbreras nombra jefe de la diplomacia a un amiguete de Putin y Presidente de Exxon, como responsable de educación a una paladín de los colegios privados, como responsable del Tesoro a un exdirigente de Goldman Sachs (si, esos que soltaron la mierda en la que nadamos hoy), como responsable de medio ambiente a un señor que niega el calentamiento global y como Secretario de Defensa a otro que llaman “Perro Loco”, seguro que porque es todo bondad y conciliación, entre otros, y que además resulta que son el ramillete de gobernantes más ricos de la historia, seguros adalides, pues, de la igualdad de clases.

Vamos, que solo le falta poner a pirómanos reincidentes al frente de todos los parques de bomberos y chamanes en los hospitales públicos, e incluso se rumorea que en CSI van a cambiar a David Caruso por Charles Manson.

No se puede negar que a día de hoy la trampa se ha cerrado.

Pero tengo que reconocer que todas mis preocupaciones eran infundadas y que ya no temo a la incertidumbre creada por la elección de Trump, porque ahora tengo la absoluta certeza de que vamos a morir todos.

Y es que a la llegada de Trump y sus Jinetes del Apocalipsis, se suma el hecho de que a su rebufo han cobrado fuerza y han salido a la luz otras calamidades igual o más nefastas para nuestro futuro. Cual chiquillos haciendo travesuras, adolescentes ligando un domingo por la tarde,  invitados acechando los canapés o humanos en cualquier actividad gregaria que se tercie, una vez que el primero se ha decidido, todos van detrás.

Cierto es que antes del advenimiento de esta mezcla de Daniel el Travieso y Hulk que se va a mudar a la Casa Blanca ya andaban los orcos agitándose por ahí, máxime desde aquello de la crisis que nos cayó o nos soltaron encima y que tan bien les ha venido a los de siempre para medrar a costa de los demás.

Ya por entonces los movimientos de extrema derecha crecían en poder e intensidad en muchos países, como Francia, Holanda, Grecia, Austria, entre otros.

Igualmente, algunos líderes empezaban a cuestionar la autoridad de las instituciones en las que años antes se morían por entrar, como Hungría y el resto de los países del Grupo de Visegrado (Polonia, República Checa y Eslovaquia) ejerciendo una disidencia permanente en la Unión Europea, por no hablar de los países Balcánicos (Ah, los Balcanes, ese bonito avispero), e incluso países que en el último siglo se habían constituido en pilar de las alianzas occidentales y de la propia Unión decidían largar velas y volver a su aislamiento atlántico.

Y por si faltara poco, Mr. Putin, tras acabar de reunir los pedazos de la URSS y constituirse en el nuevo “padrecito”, iba más allá de las bravatas en cueros colgadas en internet y tanteaba la fuerza y decisión del resto de países fomentando sin querer queriendo la secesión en Ucrania, apoyando al régimen sirio o mandando a pasear sus aviones por El Ferrol.

Pero desde la llegada de Trump, todos aquellos que actuaban desde las sombras o al menos desde la excepción han dado un paso al frente y de ser reprobados como “políticamente incorrectos” y se han convertido en nueva tendencia, igual que la vuelta de los pantalones fuseau (otra señal de que el mundo se acaba). El “saltemos por los aires” es el nuevo negro.

Porque ahora va y resulta que se descubre que Rusia fue la que propició y auspició el vuelco electoral en USA, y todo el mundo acepta el hecho tan naturalmente, y Putin actúa ya abiertamente como potencia predominante en oriente medio.

Las neoderechas ya no son una anécdota sino una alternativa cuando no una realidad de gobierno en muchos países, y los que todavía no lo son (en Austria se han librado por los pelos) se frotan las patitas como la Sra. Le Pen. Ya no son los parias políticos, sino los amos del cotarro.

Y, por si fuera poco, se deshilachan las uniones y alianzas que mantenían un precario equilibrio en este de natural convulso mundo nuestro, con Trump (si, otra vez ese que en breve podrá apretar el botoncito nuclear como quien tira de la cadena) ciscándose abiertamente en una esclerótica ONU que tiene los días contados, los socios de la Unión Europea más mosqueados que la familia Annibal Lecter en nochebuena, barriendo cada uno pa su casa y echando incienso en el cadáver de la abuela mientras se reparten las joyas, e Israel que ya no se “ajunta” con medio mundo a dos pasos de una cuna de la civilización” campan a sus anchas varios miles de ceporros deseosos de acabar con ella, medrando en la lucha de poderes políticos y económicos que tienen allí su campo de juegos (y sus campos petrolíferos).

Por no hablar de la que tenemos liada por esta Iberia nuestra… pero esa es otra historia.

Señores, disfruten del 2017, que podría ser el último…