ANTORCHAS

La luna le levanta sobre las primeras casas del pueblo, la calma del bosque se ve alterada por un rumor que crece hasta convertirse en el vocerío de una muchedumbre exaltada, al borde del paroxismo. Los cuchillos, hoces y horcas brillan al ser blandidas bajo la luz de las antorchas. La masa, sin saber muy bien quién o como inició aquella avalancha, marcha hacia la casa del alcalde, o hacia el castillo, o hacia la casa de la vieja que vive sola en el monte… y allí sucede lo inevitable.
Esta podría ser una de tantas escenas que hemos visto o leído en innumerables películas, libros o series, desde Frankenstein a Shrek, y que hoy en día creemos que es cosa de la ficción o del pasado, al menos en estos andurriales que denominamos “sociedad avanzada”.
Nada más lejos de la realidad. Esta escena se repite diariamente miles de veces en miles de lugares a lo largo del planeta, o mejor dicho, en un solo lugar, si realmente lo es, ese que llaman el ciberespacio.
Sin embargo, en las modernas cazas al hombre ya no se blanden hoces y antorchas (sospecho que más de uno se cortaría una mano o se quemaría el pelo, más que nada por falta de costumbre), ni se avanza en manadas, sino que nos basta un teclado de cualquier tipo.
Con la llegada de las «nuevas tecnologías» un término que en si mismo ya se está quedando anticuado, el milenario deporte de darle a la sin hueso para poner al prójimo a caldo, tan arraigado en el ser humano, ha pasado de tener la repercusión local de un campeonato de lanzamiento de huesos de aceitunas a la mundial de unos juegos olímpicos, con consecuencias escalofriantes.
Resulta asombrosamente fácil para cualquiera hoy en día, amparado en el anonimato o a nick descubierto, iniciar una de tales campañas basadas muchas veces en infundios,   en medias verdades, o incluso en hechos ciertos torticeramente utilizados, las más de las veces todo ello bien envuelto en una capa de pretendida justicia, y que ello encuentre eco en miles de personas que en muchos de los casos desconocen todo del asunto y se dejan llevar por un concepto, una moda, el aburrimiento o la pura mala baba.
Y aunque salvo en raras ocasiones este linchamiento supuestamente virtual, pero que es muy, muy real, no acaba con su objetivo en la hoguera, colgado de un árbol o clavado en su puerta, las consecuencias, merecidas o no, pueden ser igualmente devastadoras a nivel personal o social.
La mayoría de nosotros estaría completamente indefenso contra una de esas campañas, pero mientras no nos afectan preferimos ignorarlo o incluso aprovecharnos y montar alguna que otra vez en uno de los caballos de esa Caza Salvaje telemática.
Por una parte, nos encontramos con una débil protección jurídica, agravada recientemente con la despenalización de los supuestos más “leves” de este tipo de actos, lo cual merece ya todo un ensayo y una profunda reflexión, pues lo que para el Juzgador puede ser leve, para la persona afectada puede llegar a ser un drama.

Asimismo nos encontramos con la difusa, móvil y, por qué no reconocerlo, laxa y arbitraria línea jurisprudencial entre la libertad de expresión y el derecho al honor, cuyo dial va recorriendo la escala en función muchas veces de quienes sean el ofensor y el ofendido, sin que pueda llegar a establecerse un criterio claro.
Por otra parte, nos topamos con grandes dificultades técnicas en la persecución de tales conductas, y es que, en todo esto, como en las películas de Louis de Funes, mientras los culpables van en Porsche, los perseguidores van en un dos caballos, habida cuenta de la falta de medios e instrumentos tanto físicos como jurídicos, para la persecución del ciberdelito. Algunos todavía no se han enterado que los Vaquillas cada vez son menos, y que cada vez la delincuencia, como casi todo en esta vida loca que llevamos, se ha pasado de las calles a los bits, y que a pesar de ello se sigue combatiendo el crimen como en tiempos de Jack el Destripador, y casi siempre con los mismos fútiles resultados.
Los lábiles controles de identificación en la red permiten, es más, es lo más común, obtener cuentas e identidades que nos permiten actuar de cualquier forma en cualquier ámbito y medio electrónico sin tener que facilitar ni un solo dato verdadero, y eso nos llevaría a un debate, que no es objeto de esta chapa que estoy soltando, entre si debe primar la libertad o la seguridad en este y en todos los ámbitos de la vida.
En la mayoría de los casos, cuando se produce un delito informático, no se puede investigar quién se encuentra tras el Vengadordulce o Pichafría32. Con cierta lógica, cuando la justicia se decide a lidiar con los oscurantistas protocolos de los proveedores de servicios informáticos, los pocos recursos disponibles se destinan a asuntos graves como delitos sexuales, principalmente contra menores y similares. Nada que oponer, sino reclamar el aumento de tales recursos para que puedan cubrir otros delitos.
Y es que el resto estamos desnudos como gusanos frente a cualquier indeseable. Para obtener una condena, además de las dificultades jurídicas ya indicadas, hay que invertir grandes cantidades en intentar obtener la más mínima prueba y enzarzarse en costosos procedimientos, no siempre con garantías de éxito. Sólo quien dispone de grandes medios puede adentrarse en dichos caminos, y muchas veces la recompensa es magra. Si en algún momento se consigue acreditar que fulanito es el cazador de turno, se le cancela el blog, se anula su cuenta y se le obliga a rectificar, nada le impide acudir de nuevo a la red bajo otro nombre y volver a empezar, y el ciclo continúa, como cuando en los dibujos animados intentan tapar con manos y pies los agujeros que van saliendo en el casco del barco, por no hablar de que resulta prácticamente imposible dirigirse contra todos los que lo siguieron en su “noche de las bestias” particular.
No sé si la solución es dejarlo estar en aras a garantizar la libertad de expresión y apretar el culo para que no nos toque nunca ser la presa, o intentar un mayor control sobre los flujos en la red, con la pérdida de libertades consiguiente, unas libertades de las que muchos componentes de este género humano en el que tan poca fe tengo no saben hacer buen uso.
Lo que si se es que con esta deriva no estamos conduciendo con un mono con una ballesta, sino con un mono con el dedo apoyado en el botón nuclear (y eso que Trump todavía no ha ganado las elecciones).

Anuncio publicitario

Y CORREA SE SOLTÓ EL CINTURÓN…

…y se puso cómodo, y empezó a largar (a buenas horas) con el yonkie del dinero reconvertido a yonkie de la atención mediática y gurú de la justicia poética haciéndole los coros desde Valencia, que se le abren a uno las carnes y se le agrian los humores de oír hablar con tanto descaro y desparpajo del trasiego de dineros e influencias y de los «hurtamientos» públicos a los que al parecer se dedicaron algunos con verdadera vocación, denuedo y fruicción a partes iguales durante años y ante nuestras narices.

Era el momento esperado, el momento para el que se estaba preparando la oposición desde que todos aprendimos la traducción del alemán de la palabra gürtel. Después de tantas negativas en directo (o vía plasma) y sarcasmos en diferido, trapicheos judiciales y navajazos políticos, tocaba recoger la cosecha de las investigaciones realizadas contra viento, marea y políticos, y resulta que las mieses se van a pudrir en los campos porque no hay nadie para recoger los frutos de tanto esfuerzo.

Y ello porque resulta que casualmente ha sido el momento esperado por las huestes susanistas para cruzar su Rubicón particular justamente cuando venía más crecido (que ojo tenemos, oiga), con el sigilo y discreción de una banda de hooligans blasfemando en un salón de té, y luego perderse camino de Roma, porque ahora parece que no saben pa donde tirar.

El resultado, en todo caso, es que el Partido Popular va a cruzar el bache de credibilidad más profundo desde su creación pisando alegremente sobre las cabezas de sus enemigos, sin ensuciarse el dobladillo con la mierda del fondo, de rositas y sin tener que enfrentarse a unas elecciones porque me juego las patillas a que Rajoy gana la investidura mientras el PSOE le canta aquello de «Pisa morena, pisa con garbo…». Y es que lo último que me faltaba por oír era a los nuevos «dirigentes» socialistas recogiendo la consigna de la Vicepresidenta Saez con pinta de niña de Santamaría de que las Gürtels, las Taulas, Palmarenas, Bárcenas, Acuameds et j’en passe son cosa del pasado y pelillos a la mar… que solo le falta eso, a la pobre.

Luego, dentro de cuatro años, y suponiendo que un PSOE cainita y descabezado o un Podemos cual águila bicéfala y casquivana consigan hilvanar un remedo de oposición, ya que no cuento ni a los Ciudadanos que giran al sol que más calienta ni a los nacionalistas, puesto que a este paso las nuevas fronteras de España van a estar en La Rioja y en la Franja de Aragón, todo esto será realmente pasado, los nuevos desmanes se habrán hecho con más tiento, y seguiremos en las mismas o en las peores, sea con don Mariano o con otro, eso ha dado siempre igual, pues muchas son las cabezas de la Hidra.

Según las últimas noticias, unos señores trajeados a las puertas de Génova 13 han sacado una gaviota de una caja, la gaviota ha visto su larga sombra, y que no había nadie que arrojase luz sobre el futuro, y han vaticinado que el invierno será muuuuuuuuy largo…