LEÑA AL MON…ARQUICO

Desde siempre para algunos y desde hace poco para cada vez más se está extendiendo en este nuestro patio patrio un run run antimonárquico, alimentado por episodio poco loables (lo hable quien lo hable, como diría el maestro Piedrahita) como las aventuras del Duque Empalmado, las castañas (que no hazañas) cinegéticas del monarca, las sospechas sobre su vida licenciosa y otros episodios poco honrosos que podrían darse en cualquier familia sin mayores repercusiones, pero que en esta no pueden dejarnos indiferentes y no pueden quedar sin reproche. Señores, va con el cargo.
Unos han negado siempre cualquier utilidad a la monarquía, otros dicen que después de que la democracia haya quedado consolidada en nuestro país (aventurada afirmación, a fe
mía), ha dejado de tener utilidad, y los más, los que simplemente veían la monarquía como una cosa simpatico-folcklorica, como los toros o las sevillanas de sobremesa, mientras había café para todos, están dejándose convencer por los unos o por los otros de que la Corona es algo superfluo.
Sin embargo, antes de sacar la guillotina (otros pescuezos son mejores candidatos), hay que considerar las alternativas a plantear respecto de quién ocuparía la Jefatura del Estado.
La solución más popular sería sustituir al Rey y a la Corona por un Presidente de la República, pero ¿Es esta una alternativa mejor? Puede que si, puede que no. Pero una Presidencia de la República no resultaría mucho más barata a las arcas públicas que la institución monárquica, ni sería inmune a escándalos y conductas poco deseables.
Vale, conforme que en una república si no te gusta el Presidente se cambia, pero no hay que ignorar el hecho de que si ahora nuestros queridos políticos se dan de bofetadas y nos las meten dobladas para ocupar la presidencia del ejecutivo, ¿qué no harían por la Jefatura del estado? Y una vez en ella, ¿Se volverían santos acaso o seguirían dando por saco como lo hacen ahora pero desde un escalón más alto? ¿Alguien quiere ver de verdad a alguno de los impresentables que dicen nos representan ostentar el cargo más elevado del Estado?.
Por no hablar de los problemas que en cualquier estado con dicha estructura política plantea la cohabitación entre una Presidencia de la República ostentada por un determinado partido político y una Presidencia del Gobierno ostentada por otro, y la paralización y las graves situaciones que se viven, y de lo fácilmente que a lo largo de nuestra historia los señores de los sables se han arrogado el papel de salvadores de la patria y han aprovechado el vacío en el poder para sentarse sobre nuestras cabezas.
Quizá la solución no pase pues por cambiar una cabeza coronada por una cabeza hueca, sino por renovar la institución monárquica y adaptarla a la realidad actual, reducir el boato (aun considerando que no es de las más onerosas), reducir la institución al Rey y a su sucesor, limitar al máximo las personas que chupan del cetro, pero mantener una Jefatura del Estado estable, inamovible, representativa pero sin un poder que pueda interferir en el devenir del país ni en el gobierno del mismo, ocupando una figura que de otro modo despertaría la avidez de aventureros varios.
En nuestro caso concreto, puede considerarse que el tiempo del Rey ha pasado, que arrastra demasiados vicios de una concepción arcaica de la monarquía y otros vicios que nada tienen que ver con la monarquía, que su edad y su estado actual hace deseable que ejerza el sano ejercicio de la abdicación, algo de lo que sí estoy convencido, dejando paso a una nueva generación, pues, a priori, el principito parece un alumno aplicado y libre de toda mácula (toquemos madera), al que pocos desmanes se le conocen por ahora.
Quizá se le podría dar esa oportunidad. Digo más, se le debería dar esa oportunidad, ahora, ya, antes de que el incendio sea incontrolable, la gente acabe de rebotarse y no quede Corona que ocupar, porque un país, cansado y arruinado la ha empeñado en el “compro oro”. Siempre podemos sacar luego la piedra de afilar.
Y, si no, siempre podemos cambiar de estirpe ¿Alguien tiene el teléfono de Luis Alfonso de Borbón?

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EL INDULTO

Esta semana la cuestión que me ronda por la cabeza, seguida de cerca por los aventuras del Sr. L.B., es el indulto al “kamikaze” de la A7.
En el fondo, volvemos a la misma cuestión de siempre: La mujer del César no sólo debe ser virtuosa sino parecerlo, y en este caso la mujer del Cesar no sale muy bien parada que digamos.
Pongamos que Guillermo Summers tenía razón y que “tol mundo é güeno”, que ha habido buenas razones para indultar a este señor… pero no nos las han dicho, y vistas las circunstancias que rodean al caso este ciudadano, se podría deducir que no ha sido por su cara bonita … o si.
A raíz de las informaciones aparecidas esta semana me he ido al BOE (cinco de enero de este año, por si queréis hacer el mismo ejercicio) y me he quedado pasmado por lo lacónico del texto del indulto, de este y de todos los demás, seamos justos, pues donde uno podría pensar que se exponen los motivos por los que el gobierno aplica tan extraordinaria medida nos encontramos con unos textos fríos y completamente faltos de motivación.
Los indultos en general se limitan a indicar la pena por la que cada uno de los indultados fue condenado y a decir que se le indulta totalmente o se le conmuta la pena por otra, sin más.
En este caso la cosa resulta tanto más sangrante por cuanto que se dice, como en todos, que se han considerado los informes del Tribunal Sentenciador y del Ministerio Fiscal… pero en este sabemos que si los han considerado ha sido sólo para pasárselos por el forro sin ofrecer más explicación, pues al parecer dichos informes eran contrarios a que se indultara a este individuo.
Vale que el indulto es una medida de gracia discrecional, pero de la discrecionalidad a la arbitrariedad hay una distancia enorme. Aunque no podamos discutir los motivos, no dudo de que a todos nos gustaría conocerlos, al menos a mí me gustaría, sobre todo en este caso, para poder saber cuál es el criterio con el que se aplica un poder tan enorme, deshacer lo que con tantas dificultades se ha conseguido a través de un proceso penal en garantía y defensa de los bienes y valores de nuestra sociedad, y al menos tener la oportunidad de compartirlo o no.
Si a ello añadimos lo publicado por los medios, es decir, que el despacho de abogados que asistía al indultado es aquel para el que trabaja el hijo de quien otorga el indulto, y que justamente el abogado encargado del caso es hermano de un influyente miembro del partido en el poder al que pertenecen todos los ministros que lo aprueban, pues esto huele a sustancia fecal que no veas.
A toro pasado el gobierno, vía vicepresidenta, y viendo que esta vez la cosa era tan gorda que no se tapaba ni con una lona de circo intenta justificar la medida diciendo que el homicida condenado estaba arrepentido, rehabilitado, y que se había tardado ocho años en dictar sentencia, circunstancias que se pueden predicar de miles de condenados en este país por hechos mucho menos graves y a los que no se indulta precisamente, y si no que se lo cuenten a David Reboredo, por ejemplo.
Y si a este hecho reciente unimos otros indultos ilustres y recientes de banqueros y políticos otorgados por los distintos gobiernos en plan yo-te-rasco-la-espalda-a-ti-y-tu-me-la-rascas-a-mi que carecen de toda justificación, no podemos sino concluir que en muchos casos el indulto, una medida que debería se extraordinaria y transparente, se está usando para borrar de un plumazo los desmanes de ciertos privilegiados, lo que me lleva a creer que el iter judicial de muchos de los ilustres encausados que pueblan los noticiarios acabará de la misma manera: ellos indultados y nosotros cabreados.

POR FAVOR, MATENME

Después de la tregua navideña vuelvo al mundo para constatar que seguimos en la misma senda peligrosa por la que conducen a este borrico nuestro (ver post anterior). Si alguien creía que aquello de paz en el mundo de buena voluntad iba a calar en los corazoncitos de quienes tristemente rigen nuestros destinos, va listo.

El nuevo año viene cargadito de subidas como la de los transportes, la electricidad, el gas, etc.., la revalorización de las pensiones o de los salarios no va a compensar la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas, siguen diciendo que nos tenemos que apretar el cinturón.

El problema es que no todos los cinturones parecen tener los mismos agujeros. Las entidades bancariras siguen siendo engordadas y mimadas como vacas de Kobe, descubrimos a diario los mangoneos y las maniobras de ciertos políticos para garantizarse sueldos indecentes e indemnizaciones escandalosas mientras pregonan la austeridad, vemos como se premian los servicios prestados al régimen mediante retiros dorados.

Y, por supuesto, siguen las “reformas” destinadas según nos dicen a llevarnos del Infierno al País de Jauja, pero que realmente no llevan más que a consolidar el nuevo régimen que nos han impuesto por la vía del miedo.

Y es que, cual invasión extraterrestre, estamos entrando en una nueva fase en la imposición de este nuevo orden. Una vez impuestas las medidas destinadas a someternos, ahora pasan a convencernos de que eso es lo que queremos. Cada vez son más las personas que siguen el siguiente razonamiento: Puesto que por mucho que cotice a la Seguridad Social mi pensión futura está más que en el aire, puesto que aunque pago mis impuesto debo volver a pagar por determinados servicios públicos, puesto que dichos servicios públicos en general están siendo expoliados, reducidos a la mínima expresión de extensión y calidad, déjenme mi dinero, no recauden impuestos, eliminen la Seguridad Social y los servicios públicos, que ya me procuraré yo con ese dinero mejores prestaciones acudiendo a planes de pensiones, hospitales y centros de enseñanza privados.

Es decir, que nos llevan a pedirles precisamente aquello que antes rechazábamos, cuando pensábamos que el ideal estaba en un sistema en el que el Estado redistribuyera la riqueza y garantizara el bienestar mínimo de toda la sociedad con los recursos de todos, una utopía que casi, casi, se había alcanzado.

Este proceso se parece demasiado a la tortura, cuando se lacera, se hiere, se desangra tanto a un individuo que al final acaba suplicando la muerte. Esa es la idea que empieza a aflorar en esta sociedad nuestra herida, lacerada y desangrada.

Y mientras lo público se va desmantelando y transfiriendo al mercado, aquellos cuya bandera es el mercado libre tienen prisionero y controlan el mercado. Ellos se posicionan, adjudican y reparten el pastel, tenemos ejemplos frescos esta misma semana, pero hay muchos en el pudridero.

Soy de esos que muchos consideran imbéciles que pagan todos sus impuestos, tasas y exacciones en general, y más que pagaría si tuviera la certeza de que con ellos se va a garantizar una Administración de calidad, una sanidad pública eficiente, una educación de calidad, unas infraestructuras adecuadas y una jubilación tranquila, sin que nadie viniera a llenarse los bolsillos a mi costa, pero sé que tal como estamos y vamos ello va a ser imposible, y que mis impuestos van a ir a corregir desmanes pasados y financiar los futuros, y es que ya no me fio ni de mi “mare” (bueno, de ti si, mamá, no me lo tengas en cuenta).

Espero que la próxima reforma que aprueben sea reformarse ellos mismos.