A pie de toga

¿Es justa la justicia? Ya les digo yo que no, no se molesten en seguir leyendo.

La Justicia con mayúsculas tiene un problema crónico, y es que los hombres, o al menos la mayoría, tienen la manía de pensar por si mismos, de modo que cada cual tiene su propia idea de lo que es justo o injusto, y si no díganselo a los filósofos que llevan miles de años a vueltas con el tema.

Por eso nos centraremos en la administración de justicia, administración con “a” minúscula, la más pequeña y miserable de las minúsculas  en este país de sagitario en el que el día menos pensado el pobre centauro se mete la flecha en un ojo para acabar con tanto sufrimiento.

También ésta justicia tiene problemas muy arraigados derivados en gran parte de la mezquindad del alma humana (si, soy de los que pienso que el hombre es malo por naturaleza, queriendo o sin querer), como el uso de la justicia no para la reparación de un perjuicio o el ejercicio de derechos legítimos, sino simple y llanamente para joder al prójimo, y para que no se me acuse de clasista diré que esas conductas las he visto en gentes de todas las extracciones sociales, o la merma alarmantísima de la ética en el ejercicio profesional del derecho (si señores, antes la había, cuando yo era joven) que ha pasado de ser un elegante combate de boxeo a una riña arrabalera.

Pero quiero ir más allá y referirme a algunas cuestiones prácticas, y en especial a algunas reformas más o menos recientes y proyectos de reforma que, permítaseme el chiste fácil, son de Juzgado de Guardia y están convirtiendo esto en un cachondeo, lo que se ha agravado con la llegada de un señor Fiscal-Presidente de Comunidad-Alcalde-Ministro metido ahora a dinamitero, y que ha conseguido ponerse en contra tanto a los ciudadanos como a los propios actores de la justicia. Ahí van unos ejemplos.

Podemos hablar así de las tasas y todo tipo de cánones in crescendo que han de abonarse para interponer una demanda o un recurso, lastres que se unen a los costes ordinarios para que, al final, quien tenga que gastarse un dinero que no tiene para intentar cobrar de alguien que tampoco tiene, entone el “virgencita que me quede como estoy”.

Y que nadie se engañe con aquello del beneficio de la justicia gratuita. Muchos de los que la obtienen no la merecen, y muchos de aquellos a los que se la deniegan no tienen otra salida. A ello se une el hecho de que a los abogados de oficio, a quienes se les ha reducido más que sensiblemente la ya magra remuneración de sus servicios, ni siquiera les pagan la migajas que les dejaron, para que vayan con más ilusión al trabajo ¿Solución del señor dinamitero? Que los pobres, que como siempre abusan de aquello que es gratis, solo puedan solicitar la justicia gratuita tres veces al año.

Me huele a mí que el objetivo de todo esto no es más que a la privatización del servicio y la subasta del mismo por cuatro duros para que se preste por empresas más preocupadas por rentabilizar la inversión que por la justicia, como ha sucedido con los servicios de traducción, con resultados nefastos.

Y puestos a ahorrar, ¿No sería más barato equipar a cada juzgado con un bonito árbol y una cuerda de cáñamo? El resultado sería el mismo, y nos ahorraríamos todo el proceso.

Tampoco ayuda a obtener la tan ansiada justicia la limitación económica de los recursos, de modo que si se reclaman menos de tres mil euros no se puede apelar, en contra del más básico derecho a una segunda instancia, y para aspirar a la casación se ha de ser poco menos que Rockefeller, o cumplir una serie de requisitos tan exititos que habrá que reformar la biblia y cambiar la segunda parte de la comparación aquella de “antes pasará un camello por el ojo de una aguja…”.

Todo ello aderezado con las limitaciones materiales que últimamente han afectado también a la administración de justicia y han venido a aumentar la proverbial lentitud de los Juzgados, fama en unos casos justificada, en otros no.

Por no hablar finalmente de algunas ideas de bombero que en un momento u otro han pasado por esa cabecita ministerial, como poner a los notarios a divorciar o a los Registradores de la Propiedad a tramitar expedientes de obtención de la nacionalidad… con el tiempo, igual vemos a los Jueces vendiendo bragas en la sala del tribunal.

Pero nada, nosotros aquí seguiremos, a pie de toga.

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FIESTAS Y RITOS DE LA OLIGARQUIA

Evidentemente no soy un sabio, por lo que no hablo con una autoridad que no tengo.  Tampoco un tertuliano radiofónico o televisivo, y no pretendo pues predicar desde las alturas de una clarividencia omnisciente, sino desde mi ignorancia subjetiva.

 

Reconozco que al principio de tomaba los cambios, medidas, recortes o ajustes, comoquiera que uno guste llamar a esas puñaladas traperas en el tejido social que estamos sufriendo, como una molestia, un fastidio, pero luego he llegado a desear que realmente la intención de quienes tan temerariamente nos hacen retroceder en el tiempo fuese solo fastidiarnos.

Y es que con el tiempo ha germinado en mí el convencimiento  de que el fin último, o al menos la consecuencia última e inevitable de la profunda transformación que está sufriendo nuestra sociedad no es sino el asedio y posterior sojuzgamiento de una gran parte de la sociedad a una minoría.

En lugar de curar al enfermo, como anunciaban, ciertos mercachifles y charlatanes a los que se les abrió las puertas ante sus promesas de salvación se han instalado en sus heridas, cual larvas parásitas que medran en la podredumbre. Gentes con una capacidad de decisión tal que aniquila toda posibilidad de contradicción, y que utilizan la crisis, real, innegable, trágica, tal vez provocada, como caballo de batalla para moldear el orden social a su antojo, bajo el estandarte del mal menor.

Por solo citar unos ejemplos sangrantes, la aniquilación del sistema de salud público, obligando a quienes no tienen a tener menos aún, pagando por servicios que deberían asegurar sus impuestos, y recibiendo a cambio mucho menos de lo que recibían, unido a la carga impositiva que se ensaña con las clases cada vez menos medias, cada vez más bajas, se une a su paulatina privación de recursos para hacerlos cada vez más dependientes y sumisos, obligarlos a concentrarse en el solo hecho de sobrevivir.

Asimismo, el desmembramiento del sistema educativo público, además de unirse a la sangría económica del pueblo, garantiza la perpetuación del nuevo orden insuflado desde la educación, abriendo un abismo entre quienes con alas de oro se elevan hacia las ventajas del saber y quienes, hacinados en centros sin recursos,  quedan atrapados en una red de trampas, filtros y cedazos, condenados a la ignorancia y, una vez más, al sometimiento.

Asistimos, señores, a las fiestas y ritos de la oligarquía.

Revolviendo los cajones

Revolviendo los cajones, los de mi escritorio y los de mi mente, encuentro frecuentemente viejos papeles, y puedo asegurar que tengo edad suficiente para que sean verdaderamente viejos, y aunque siempre quise convencerme de que solo escribia para mi mismo, me descubro a menudo con la sensación de estar leyendo a otro.

He pensado pues someter mis pensamientos, los nuevos, quizá algunos algo apolillados, a la reflexión y al debate de quien se pierda por aquí.

Luchando contra la tecnologia, confieso que me ha costado un mundo llegar a crear mi cuenta, me confieso totalmente ciberanalfabeto, he conseguido dar este primer paso.

Lo que en adelante pueda escribir serán los pensamientos, variados y sin un tema específico, que me dicte mi ánimo y susciten mis mundos, tanto interior como exterior.

Los pensamientos de un hombre mordido por la dentellada venenosa de la vida, del amor, de la realidad.

Y como soy en alto grado francófilo, me permitireis que de tanto en tanto me exprese en la lengua de nuestros vecinos del norte, como en esta presentación por si alguno se aventura por estos pagos.

J’a toujours cru écrire pour moi même, comme presque tout le monde, et, pourtant, quand je revise mes vieux papies, et j’ai l’age suffisant pour qu’ils soient vraiment vieux, j’ai l’impression de lire les pensées d’un autre.

Je me suis proposé alors soumettre ces pensées à l’avis des autres.

ce seront des pensées diverses, au vent de mon esprit et de mes mondes interieur et exterieur. Les pensées d’un homme mordu par la morsure venimeuse de l’amour, par les crocs cruels de la réalité…