OTHAR

Othar era el nombre del caballo de Atila el Huno, y este dato no es más conocido porque el pobre bicho no ha pasado a la historia precisamente por su nombre, sino por ser el primer mamífero herbicida conocido, pues se dice que allá por donde pasaba ya no volvía a crecer la hierba, de modo que nadie podía ya jugar al golf  entre las Llanuras Danubianas  y el Mediterráneo.

 

Así como a pesar de la brevedad del reinado de Atila sus huestes bárbaras causaron tamaña desolación, las huestes del de las barbas,  ustedes me entienden, a pesar del poco tiempo transcurrido desde su advenimiento, van camino de dejar nuestro “estado del (relativo) bienestar”, como diría Dinio “más pelao qu’el chochouna rana”, donde ya no crecerá ni la hierba ni los brotes verdes, sino a lo sumo la mugre.

 

En cuatro días estos unos, con la pasividad catatónica de los otros, han dejado el sistema educativo público hecho unos zorros, recortando becas, limitando recursos, primando los centros privados y los concertados seguidistas sobre los públicos, estableciendo, pues, las bases duraderas de una educación clasista y excluyente, y lo mismo cabe decir del sistema sanitario público, camino de quedar reducido a poco más que una máquina expendedora de tiritas, eso si, con copago, de forma que nos veamos abocados a volver al chamanismo.

 

En la misma línea encontramos todas las medidas que han limitado hasta límites inconstitucionales el acceso al sistema judicial del común de los mortales, los recortes de los recursos a la justicia, que ya se ha pasado a las bragas de esparto y ha empeñado las balanzas y la espada, la pobrica, la legislación a la carta según el apetito y las necesidades de los afines, y la reforma psicodélica del sistema penal y de enjuiciamiento criminal.

 

En el plano fiscal encontramos el progresivo aumento de las tasas e impuestos indirectos, los que paga tododios, vamos, tenga o no tenga, mezclado con algunas rebajas con el IRPF igual que yo les endilgo a mis gemelas el puré de verduras mezclado con el yogur, para que pase, pero que no deja de ser puré de verduras. A mi me enseñaron de bien chiquito que cero por cero es cero, y que por mucho que me rebajes el tipo de retención de un sueldo que no tengo, sigo sin sueldo.

 

El futuro nos presenta un panorama en el que mientras todos los países con dos dedos de frente, o con cuatro, están virando hacia las energías renovables, aquí, donde éramos pioneros y punteros y no falta la materia prima, seguiremos aferrados a los combustibles fósiles que nos hacen depender de terceros o nos llevan a prospecciones asesinas,  y donde en pocos años el I+D se verá reducido a volver a averiguar cómo se usa la yesca y el pedernal.

 

En el presente, vivimos un escenario donde uno de cada cuatro niños pasa hambre donde para aligerar las cifras del paro se obliga a los desempleados a jubilarse a los 63 mientras que para ahorrarse las pensiones a los demás se les obliga a jubilarse a los 67 (parece de idiotas, ¿verdad?), donde se reduce la duración y se endurece la concesión de las bajas por enfermedad, donde se obliga a tener niños dependientes mientras se retiran las ayudas a la dependencia, donde quienes cobran el salario mínimo alcanzan límites máximos, y donde los que no tienen salario alguno se salen ya de las tablas, donde se fomentan los “despidos a 100” mientras, cerise sur le gateau, como última perla, nos encontramos con que ahora tributarán esas menguadas indemnizaciones por despido, donde, colmo del cinismo, quienes han traído todo esto parecen exigir que se les agradezca ¡ Oh bwana! que no suban más los impuestos o que abran comedores de caridad.

 

En definitiva, nos han robado, no, mejor, les hemos regalado el coche y lo están vendiendo por piezas. Quedan todavía como poco dos años, y no van a quedar ni las ruedas. La mayoría quedará a pie y sin rumbo mientras que a unos pocos, cual jinetes del apocalipsis, les será más fácil dominarla y marcarle el camino desde lo alto de sus caballos herbicidas, apacentándola, a falta de dignidad, con “ayudas”, caridad y sobras. Lo que venía siendo la humanidad de toda la vida, vamos, antes de que a algunos se les ocurriera que podía mejorarse. Ilusos.

 

P.S.: Perdónenme que me repita en mis cuitas, pero es lo que pasa cuando a uno no le dan de comer más que ortigas y ajo picado.

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LA PODA

 

Sr. Don Felipe VI en ciernes.

 

Que conste que como la mayoría de españolitos ya estoy un tanto harto de toda la murga que unos y otros están dando con lo de la abdicación de su señor padre y la coronación de usía, por no hablar de los coros y danzas republicanos y sus palmeros, por lo que prometo ser breve y manifiesto mi firme propósito de no escribir ni una jota ya sobre el particular, pero no me resisto a fijar estas reflexiones formato calle cual flecha de parto, o zurullo, según lo vea cada cual.

 

Antes de que el personal le coja aún más ojeriza a la institución monárquica a la que usted va a representar, y si quiere evitar que a la primera mayoría parlamentaria que se muestre propicia a otra forma de gobierno, sea la república, sea la teocracia voodoo, talen el reinado de su árbol genealógico en este nuestro país, (que ya empezó mal con la semilla renegrida de su tocayo Felipe V), debería usted proceder a podar ciertas excrecencias que afean a la regia planta y que a poco que se eliminen podrían quizá revigorizarla, si es que las raíces mismas no se han visto ya afectadas.

 

Me estoy refiriendo obviamente a cosas tales como sueldos faraminosos para niñas de ocho años, al mantenimiento de ciertas prerrogativas del rey saliente, al aforamiento de don Juan Carlos una vez cese en sus funciones, al “aforramiento” de sus allegados y chupópteros afines y al suyo propio si se terciase, así como a todos aquellos fastos y gastos que no sean necesarios para el cumplimiento de lo que tiene encomendado, y a dejar de mantener a todos sus hermanos y vástagos respectivos (que así yo también me reproduzco, aunque sea por esporas, cuando hay personas que no pueden mantener a sus hijos), por no hablar de cacerías, correrías y otros dislates.

 

Porque la riqueza de todo hombre, y sobre todo la de uno que aspira a gobernarlos, no está en sus arcas, sino en la consideración en que se le tiene, y aunque parezca usted majete y aspirante a campechano, aunque un tanto tiesín, el personal está para pocas bromas y a poco que te descuides te montan una república, literally,  como habrá podido comprobar, y puesto que su Alteza-cuasi-Majestad está ahora en primera línea de tiro, deberá aprender de los errores de su predecesor, que no fueron pocos, todo sea dicho, aunque ahora, en este periodo de a rey muerto (es un decir) rey puesto, todo sean loas por su intervención en la transición, y lo demás pelillos a la mar, pobrica, por si no le echáramos ya bastantes porquerías. Y es que como diría Alfredo I el Cambiacapas, los españoles “enterramos bien”.

 

En sus manos está, pues, obtener esa consideración que le permita enraizar para poder aguantar cuando soplen malos vientos para la monarquía, y mire que por aquí se nota ya cierto fresquete.

INTERREGNO

En el Egipto de los faraones, durante el largo periodo de duelo entre dos monarcas se temía que sin la presencia de Faraón los malos espíritus invadieran el reino y los vecinos hicsos, hititas, nubios, y algún que otro sacerdote de Amón aprovecharan para darse un garbeo por Tanis, Menphis, Tebas, Heliopolis, Avaris o la capital de turno, a ver qué se cocía y que pillaban por ahí.

 

En este limbo regio en el que se halla la piel de vaca famélica que habitamos (ya resulta muy pretencioso llamarla la piel de toro), parece que la situación incierta en la que la inactividad legislativa durante los últimos 39 años nos ha dejado y el desconcierto subsiguiente, que si el rey se va, que si el otro viene, ha decidido a quienes abogan por la república a exigir un cambio de sistema político ipso facto y por la vía rápida gritando a viva voz lo que antes trasegaban entre dientes.

 

Es legítimo, evidentemente, reivindicar la república, y dado el escenario propicio, el hueco dejado por la legislación, meter en él la cabeza y aprovechar el eco para hacerse oír, convocando manifestaciones, concentraciones, usando los medios tradicionales y las redes sociales para extender el mensaje.

 

Pero se me da que igual de legítimo era reivindicar la república antes de este momento, sin que hasta ahora le haya parecido a este ciudadano de a pie y renqueante que lo pidieran con tanto ahínco, y mucho más lo será si, en próximas legislaturas, las fuerzas políticas que defienden la república aumentan su presencia en el parlamento, como parece que es la tendencia, hasta obtener la mayoría suficiente para imponerla mediante la reforma de la Constitución, cosa que ya tendrían, por otro lado, si el PSOE, al más puro estilo de la Casa Frey, no hubiese vuelto grupas renegando de su ideal republicano. Quién sabe, quizá en un futuro vuelven a cambiar de lealtades, se cuelgan la escarapela y cambian el nombre de la calle Ferraz por calle Los Gemelos.

 

Pero lo que ya me rasca un poco más es que se pretenda que ese cambio se haga por las buenas, engañando al personal pidiendo un cambio que hoy por hoy, según las reglas del juego y las fuerzas políticas, no puede darse, aumentando su frustración y el cabreo perpetuo que ya se va integrando en nuestro ADN ante tanta corná que nos van dando aquellos que están encantados con que el debate entre corona o gorro frigio, entre galgos y podencos, desvíe nuestra atención de la debacle sufrida y de las nuevas jugarretas que nos tienen preparadas y que nos van colando poco a poco mientras estamos en otras.

 

Ciudadanos, no nos desviemos de lo importante, no distraigamos el mensaje que ha parecido calar en el pueblo con el auge de nuevas fuerzas políticas que prometen una mayor justicia social con un esfuerzo que hoy por hoy no conduce a nada. Afianzad posiciones, ocupad las instituciones, controlad la cabecera de este tren y desde allí cambiad su rumbo, hacia la república y más allá si así se quiere. Vamos por el buen camino, que no haya de torcerse.

 

Porque, aunque la monarquía de uno sea una monarquía bananera, con yernos, elefantes,  osos borrachos y demás fauna, si uno cambia las reglas del juego a mitad de la partida se arriesga a que le hagan trampas, y a que otros a su vez pretendan cambiarlas razón propia en mano, y ya tenemos el lio montado, rompemos la baraja y sacamos las navajas, y que gane quien la tenga más larga.

Y si no, mira, puestos a ello, pido desde ya un referéndum para aprobar un matriarcado tribal, porque, ¿Quién es más sabia, cabal y lleva más razón que una madre?