… para merecer esto? pues votar a toda esta cuadrilla.
La cara de tontos o de algo peor que se nos va a quedar a vuelta de elecciones cuando a no mucho equivocarme esta panda de mastuerzos se repartan los garbanzos más o menos en la misma proporción que el pasado diciembre y se vuelvan a liar con aquello de quién se come la morcilla, quién los tuétanos y quien se conforma con lamer el plato.
Y todo por pensar más en el propio puchero antes que en el bien común aunque claro, el bien común es alto tan relativo como el elegir a qué comunidad queremos hacer el bien, (clases altas, clases bajas, clases medias, pequeños empresarios, grandes fortunas, monopolios con cómodas puertas giratorias) porque, por mucho que se escurecen en decir lo contrario, cuando PP, PSOE, Podemos (que manía con las “P”) Ciudadanos y el resto de cortejos se parten la boca hablando del bien común, en su cabeza no se están representando lo mismo.
Los intereses de todos estos conjuntos fluctúan y se interseccionan, y evidentemente es muy difícil satisfacerlos todos, pero es que ni siquiera lo han intentado, obsesionados como estaban en jugar al rey de la montaña.
Y es que si el sentido común, del que han demostrado carecer, es el menos común de los sentidos, el bien común es también el más escaso de los bienes, y cuesta alcanzarlo.
Ahora nos espera una campaña electoral de la que no quiero ni hablar, y a la que me enfrento dividido.
Por una parte dan ganas de enviarlos a todos a hacer puñetas, freír espárragos, tomar viento, tomar otra cosa o cualquier otra actividad lúdica que se les ocurra, por no oírles prometer lo que ni siquiera han intentado cumplir y echarse las culpas unos a otros como críos de primaria, y es que solo de pensarlo se me revuelven los entresijos.
Por otra parte, todavía me queda un hilillo de conciencia que me impide caer en la trampa de la indiferencia o de la abstención a guisa de castigo que entre todos estos catetos han armado y que no puede servir sino para perpetuar en el poder a quienes desde la podredumbre cada vez más manifiesta han venido ostentándolo los últimos años, a los que han asistido divertidos al despelleje mutuo de todos estos advenedizos, y que finalmente van a salir reforzados de toda la confusión y el espectáculo de prepotencia y de impotencia que los que se vendían como nuestros salvadores nos han dado estos últimos meses.
Pero lo que hace realmente aborrecibles a todos esos politicuchos es que si el común de los mortales, desde el quinto anfiteatro, se da cuenta de lo que está por venir, los que están en la arena lo deben tener por seguro, y aun así nos llevan al abismo.
Y lo que da ganas de llorar es darse cuenta de que no hay alternativa, pues lo que se nos presentó como tal no es sino otra cara del mismo mal.
España, angelico mio, en qué lío te has metio.