TODOS SOMOS DORIAN GREY

En estas fechas en las que se repite el tópico de plantearse buenos propósitos y el “sobretópico” de proponerse firmemente no cumplirlos, nada impide que aprovechemos esa corriente introspectiva para revisar qué aspectos de nuestro acervo personal pueden ser mejorados o deben ser directamente eliminados, porque antes de añadir un piso a la casa, mejor apuntalar el sótano.

 Y es que me he vuelto a encontrar por ahí el sombrero de filósofo de pacotilla, y al ponérmelo me ha dado por pensar que en mayor o menor medida todos actuamos en nuestra vida como el señor Grey (Dorian, no Christian, no se vayan a creer…).

 Así, tendemos a desterrar de la imagen que nos formamos de nosotros mismos algunos de aquellos aspectos que pudieran afearla o provocar nuestro propio rechazo, como envidias, instintos demasiado bajos, pereza, laxitud, desapego, estima por la suegra, insolidaridad, vilezas varias, etc… o al menos los disfrazamos con excusas y justificaciones, para que cuando nos asomemos a nuestro espejo interior sólo veamos lo que queremos ver y nos sintamos a gusto con nosotros mismos.

 El resto queda confinado en un oscuro y reservado desván, tras puertas acerrojadas de ignorancia de la mejor calidad y capas y capas de inconsciencia voluntaria, bien atado con un cordón de olvido, pudriéndose, macerando en su propia ignominia, acumulando capas y capas de moho y suciedad y volviendo el desván y la casa misma cada vez más insalubre, adquiriendo paulatinamente un mayor peso en nuestra conciencia, lastrando nuestros actos y nuestras decisiones, aunque no seamos conscientes de ello.

 Que nuestro propósito sea pues abrir el desván, taparse la nariz y echar un vistazo a lo que hay dentro, hacer una lista con ello y ver lo que necesita una buena limpieza, qué puede restaurarse y qué debe simplemente tirarse. No sólo nos desharemos de un montón de basura, sino que tendremos más espacio en una casa más luminosa, limpia y aireada.

 Y si no puede ser para el Año Nuevo, pues que sea una limpieza primaveral, o ya de cara al verano…

 Vaya, creo que tendré que empezar con lo de procrastinación para el 2015, o mejor para el 2016.